INTERNACIONAL
--- Es un lustro intenso, el de Benedicto XVI.
FUENTE: EL INFORMADOR.
Hay una máxima entre los estudiosos del Vaticano que dice que a Juan Pablo II se le iba a ver, y a Benedicto XVI se le va a escuchar. Así se resume, en cinco años, el pontificado del alemán Jospeh Ratzinger. El Santo Padre de las ideas, el crítico criticado, el de la autocrítica, el que transpira una fuerte carga doctrinal y educativa en la fe en Dios. El sucesor de Juan Pablo II (el carismático Papa viajero) llegó a los 78 años a ocupar la silla de Pedro, hace justo cinco años, tras una carrera de toda la vida como profesor universitario y teólogo, por eso “es de llamar la atención la profundidad de sus ideas, y la facilidad que tiene para transmitirlas. Sea uno creyente o no, sea católico uno o no, cuando uno lee a Benedicto XVI se tiene que detener a darle vueltas a lo que dice, porque sí son verdades muy serias, muy sintéticas y muy comprometedoras”. Pedro Pallares Yabur, maestro en filosofía del derecho de la Universidad Panamericana (AP) campus Guadalajara, describe así al Papa alemán, un hombre que defiende sus ideas sobre la fe en Dios, el que “no teme decir las cosas como son”. Precisamente, la profundidad de sus conceptos y su señalamiento a todo aquello que lesione la dignidad de las personas, le han acarreado infinidad de críticas, algo que resulta paradójico en su pontificado. Pallares Yabur cita al periodista estadounidense John Allen, experto en temas religiosos, quien habla del porqué de las ironías de Benedicto XVI. “Es un Papa que se preocupa por enseñar, que enseña con mucha claridad, pero que pocas veces nos tomamos la precaución de verlo y dialogar en buena lid con su pensamiento”. Otra ironía es que “procura mostrar el lado positivo del pensamiento católico”, y se malinterpreta o saca de contexto lo que dice, “entonces toda la teología positiva que Benedicto XVI ha intentado mostrar, irónicamente ha sido menospreciada”. La tercera ironía es que, “sin lugar a dudas, el Papa ha sido el que más ha hecho por cortar o atajar el problema de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, y parece que es el símbolo de la inacción”.
FUENTE: EL INFORMADOR.
Hay una máxima entre los estudiosos del Vaticano que dice que a Juan Pablo II se le iba a ver, y a Benedicto XVI se le va a escuchar. Así se resume, en cinco años, el pontificado del alemán Jospeh Ratzinger. El Santo Padre de las ideas, el crítico criticado, el de la autocrítica, el que transpira una fuerte carga doctrinal y educativa en la fe en Dios. El sucesor de Juan Pablo II (el carismático Papa viajero) llegó a los 78 años a ocupar la silla de Pedro, hace justo cinco años, tras una carrera de toda la vida como profesor universitario y teólogo, por eso “es de llamar la atención la profundidad de sus ideas, y la facilidad que tiene para transmitirlas. Sea uno creyente o no, sea católico uno o no, cuando uno lee a Benedicto XVI se tiene que detener a darle vueltas a lo que dice, porque sí son verdades muy serias, muy sintéticas y muy comprometedoras”. Pedro Pallares Yabur, maestro en filosofía del derecho de la Universidad Panamericana (AP) campus Guadalajara, describe así al Papa alemán, un hombre que defiende sus ideas sobre la fe en Dios, el que “no teme decir las cosas como son”. Precisamente, la profundidad de sus conceptos y su señalamiento a todo aquello que lesione la dignidad de las personas, le han acarreado infinidad de críticas, algo que resulta paradójico en su pontificado. Pallares Yabur cita al periodista estadounidense John Allen, experto en temas religiosos, quien habla del porqué de las ironías de Benedicto XVI. “Es un Papa que se preocupa por enseñar, que enseña con mucha claridad, pero que pocas veces nos tomamos la precaución de verlo y dialogar en buena lid con su pensamiento”. Otra ironía es que “procura mostrar el lado positivo del pensamiento católico”, y se malinterpreta o saca de contexto lo que dice, “entonces toda la teología positiva que Benedicto XVI ha intentado mostrar, irónicamente ha sido menospreciada”. La tercera ironía es que, “sin lugar a dudas, el Papa ha sido el que más ha hecho por cortar o atajar el problema de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, y parece que es el símbolo de la inacción”.
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